Era una noche desolada, en una casa de México, un niño delgado y moreno, de cabello oscuro y ojos cafés de nombre Jorge, esta temblando sobre su cama en su habitación, acurrucado entre sus cobijas,eran ya las 12 de la noche y el no podía dormir, tenía miedo a la oscuridad y a los fantasmas, y examinaba cuidadosamente cada centímetro de la habitación, cuándo de pronto la puerta se abrió, Jorge soltó un grito y se escondió bajo las cobijas, quien abría la puerta era su madre y al verlo tan asustado le dijo:
-¿Qué haces despierto tan temprano?
-No puedo dormir, hoy es 2 de noviembre, día de muertos los espíritus deambulan libres por el mundo para espantar a los vivos
-¿Quién te dijo que eso pasaba?
-Lo vi en la tele
-Eso no pasa en el día de muertos, de seguro viste una película de terror, lo que realmente pasa es que celebramos a los que ya fallecieron pero ellos no vienen a asustarnos sino a convivir con nosotros, les dejamos ofrendas en su altar y les llevamos flores a sus tumbas, si bien ellos llegan a nuestro mundo vienen a alimentarse de la esencia de nuestras ofrendas para recordar cuando aún vivían, es una tradición que tenemos desde antes de la llegada de los españoles aunque se ha modificado hasta el día de hoy.
Jorge pudo dormir tranquilo después de eso y celebro el día de muertos no como un día de terror sino uno para recordar a los que ya no están aquí.
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